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MEJOR ESCRITOR DE PUPIALES, 2019

​

LA HORA DE BUKOWSKY

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Por: José Daniel del Castillo.

Pupiales, Colombia

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     “Mira tu ridículo ser. Todo eso colgando por delante y sin nada que cuelgue por detrás”. Metido en “El cielo”, estaba Joseph, con aquella mujer que siempre estaría reservada para él, repitiéndole esa frase al oído, pues era bien conocido por esos lugares. Después de estar con su “Máquina de Follar”, salía de aquellas instalaciones muy bien escondidas, pues en la parte delantera no era más que una tienda de plásticos, pero muy pocos sabían lo que se ocultaba en la parte oscura, la de atrás. ¿Quién lo sospecharía? Pasó un tiempo y Joseph no regresó al “Cielo”. Rumores decían que se marchó para hacerse rico. Aquella prostituta que estaba acostumbrada a él, se quedó por mucho tiempo, esperando, hasta que se resignó totalmente. Todo se quedaba en el pasado. Algo claro, las putas también se enamoran.


       Pasaron 10 años, y Melissa, aquella mujer que trabajaba en “El Cielo” siendo un ángel provocador del mismo infierno, y a la que Joseph estaba tan bien acostumbrado como ella a él, se hallaba en su lecho de muerte, pues adquirió una enfermedad, pero había algo de lo que nadie se enteró, y Melissa se llevó el secreto a la tumba.


       Pasaron 18 años, y un enorme escándalo llego a los oídos del propietario de “El Cielo”, quien ahora estaría un poco más marcado con las líneas de la experiencia, y su cicatriz al lado izquierdo de la boca; el rumor era que Joseph, el hombre que se había convertido en un cliente de gran peso hace algunos años, acababa de
llegar, convertido, con un gran botín en cada uno de sus bolsillos. Sin embargo, no lo creyó.

 

      El negocio abría cada noche desde las 7, y recibía algo así como 100 clientes diarios, y los domingos, esta cifra se duplicaba. Sucedió que una noche, un hombre engalanado, con un traje blanco, sombrero y un habano en la boca, ingresó en el establecimiento: esto significaba que ya había estado ahí antes, pues solo clientes sabían cómo entrar. Ingresó y se dirigió al dueño del ilícito negocio, le estrechó la mano y expresó:

        - Aquí está nuevamente el rey. Quiero una hora de Bukowski, como siempre.
        - ¡Pero miren quien está aquí! ¡El gran Joseph!
        - ¡El mismo que coge, paga y se va! – contestó con una gran carcajada.
        - Señoritas, aquí esta nuestro fiel cliente y quiero... no, no quiero, ordeno que se lo
           atienda como lo que es esto, ¡El Cielo!
        - La verdad, solo deseo ver a Melissa – dijo Joseph.
        - Eso si no vamos a poder hacerlo, Joseph – contesto agriamente el “patrón”,
          como todos lo llamaban.
        - ¡Oh, vamos! ¿Qué pasa?
        - Es que la Melissa ya no está con nosotros, ahora sí que se nos fue al cielo, pero
          al cielo de verdad.


        Joseph inclinó la cabeza y la volvió a levantar.


       -Sabes que, tráeme lo mejor que tengas.
       - ¡Claro que sí! ¡Ya sabía yo que volverías algún día!
       -Solo quiero coger. Trae de una puta vez tu mejor plato. Sigo siendo el mismo
        psicópata de mierda que conociste.


        Al momento entró una mujer, por lo visto muy joven, con un vestido propio de su
        profesión, y con un cuerpo que a Joseph se le hizo familiar, y sin dudarlo, dijo:

       - Dame un cuarto y que ella venga conmigo.
       -Ya lo has oído niña, complácelo. Que sea una primera vez memorable, y ahora
         más que tendrás una oportunidad con el rey.


      Ingresaron a un cuarto, perfectamente ordenado, y la mujer se sentó al bode de la cama, quitándose el sostén y dejando a la vista unos enormes senos. Joseph encendido, se quitó la ropa tan rápido que pasaron un par de minutos cuando ya se encontraba sobre la cama totalmente desnudo junto a la mujer. Puso a rodar su
propia película de lo prohibido y una vez más con una “Maquina de follar”. Cuando se encontraba en el acto, en su parte más caliente, tocó la espalda de la prostituta y alcanzó a percibir una marca saliente, en forma de bala. Rápidamente, extrajo de ella su miembro, se levantó de la cama y volteó a la mujer de forma brusca
para observar nuevamente su espalda, y efectivamente, allí estaba la marca de nacimiento, esa que él también tenía.


      Salió corriendo del lugar, tirando un billete de cien en la cara del dueño de “El Cielo”. Corrió, con lágrimas en los ojos, hacia su casa. Una vez allí, se dirigió a su lujosa habitación, abrió uno de los cajones de la mesita de noche, extrajo un revolver colocándolo a un lado de su cabeza y empezó a recordar. Fue allí cuando se dio cuenta por qué Melissa le rogó que no se fuera, hace 18 años, y cuando este, ignorándola, la dejó sola en aquel cuarto de prostíbulo, esta expresó:
     -Cuando regreses, yo seguiré aquí, aunque ya no sea yo.
     Y Joseph en tono burlesco contestó:
     - “Mira tú ridículo ser. Todo eso colgando por delante y sin nada que cuelgue por
        detrás”.
      El disparo finalmente sonó.

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